miércoles, 12 de mayo de 2010

La siete peores formas de morir



Hasta que no descubramos las causas por las cuales envejecemos (campo en el que se han hecho muchos avances) todos estamos destinados a tener el mismo final inevitable, la muerte. Sin embargo, hay diferentes formas de morir y supongo que la mayoría de nosotros querría una muerte tranquila, indolora y que sucediera cuando nos encontremos en la vejez, después de haber vivido plenamente. Lamentablemente esto no es siempre así…


Decapitados: Si nos cortan la cabeza nada nos librará de un instante de dolor extremo. La cuchilla cercena los huesos y eso, según explico el forense Harold Hillman en New Scientist “tiene que causar un horrible dolor, pero breve, ya que 3 segundos después caeremos inconscientes por la hemorragia”, aunque el cerebro conserve sangre y oxigeno para sobrevivir 15 segundos.




Sedientos: Ya que el exceso de alcohol causa un ligera deshidratación, podemos imaginar que morir de sed provoca un dolor de cabeza cien veces superior al de la peor cruda. Debido a la falta de agua, el cuerpo se nutre del liquido cefalorraquídeo del cerebro que termina secándose. Ademas, tras 2 días sin beber, dejamos de orinar y los riñones se hinchan como un globo, lo que causa un dolor similar a una puñalada; los ojos se secan y endurecen como si fueran cristal. La agonía dura de 3 a 7 días.





Quemado: En unos segundos las llamas prenderán nuestros cabellos y consumirán, en este orden, manos, hombros, pecho y rostro; aunque no veremos nada ya que nuestros ojos estallaran al contacto con el fuego. Se estima que el dolor es mil veces superior al que se siente al poner la mano sobre un sartén al rojo vivo y dura solo 10 minutos.





Ahogado (asfixiado, ahorcado, estrangulado, etc): El agua anegara el estomago, y la falta de oxigeno hará que nuestro rostro primero se ponga color morado y el cerebro sufrirá una coma mortal en apenas unos minutos.
A la falta de oxigeno, ya sea por estrangulamiento o por un pedazo de comida atorado en tu garganta, las células sanguíneas, que empiezan a desoxigenarse, pierden su color rojizo y adquieren un tono morado que se refleja en la piel. La victima perderá la conciencia y en unos minutos y morirá por un paro cardíaco.





Congelado: El peligro comienza cuando la temperatura corporal baja de los 35°C. Tras los escalofríos iniciales, las manos se entumecen, señal de que nos quedan 90 minutos de vida. Los vasos sanguíneos se hielan, lo que impide la circulación: en una hora, las extremidades estarán congeladas y el dolor sera atroz. Antes de caer inconscientes por falta de irrigación al cerebro, algunos se desnudan. ¿Por qué? Se piensa que las alucinaciones son la causa.





Gaseado: El monóxido de carbono provoca una muerte rápida e indolora. En caso de intoxicación, el CO2 sustituye al oxigeno en nuestro cuerpo, ya que su afinidad para mezclarse con la sangre es 250 veces superior. La víctima solo notara un dolor de cabeza seguido por nauseas. Lo más probable es que te quedes dormido antes de morir, pero si intentas moverte no podrás porque los músculos estarán agarrotados por el gas.



Desangrado: Tenemos 5 litros de sangre en el cuerpo; perderla toda nos lleva desde unos minutos hasta horas, dependiendo de la herida. Al sabio romano Petronio, que se suicido cortándose las venas durante un banquete, le dio tiempo de hablar de filosofía. ¿Sufrió? Podemos perder hasta un 15% de la sangre sin sentir más que un mareo. Pero conforme aumenta la hemorragia sufriremos una grave hipotermia, hasta que, tras perder 2.5 litros de sangre entraremos en coma.

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